La Investigación en Reccopolis

Aunque la ciudad era mencionada en fuentes textuales visigodas y musulmanas de finales del siglo VI y el X, el recuerdo de su existencia se fue perdiendo a lo largo de la Edad Media.

Entre los siglos XVI y XIX diversos estudios coincidieron en situar su posible existencia entre los límites de la provincia de Guadalajara y Cuenca (Ambrosio de Morales, Gabriel de Henao, Castellanos de Losada). Hubo que esperar, sin embargo, a 1893 cuando Juan Catalina García López, rescató la localización definitiva de Reccopolis. Tras examinar los diferentes testimonios literarios sobre la localización de la ciudad visigoda, procedió a visitar todos los lugares defendidos por los diversos autores, realizando lo que para la época constituyó un ejemplar análisis arqueológico del territorio. La conclusión a la que llegó fue, que tal y como manifestaban las fuentes árabes y cristianas, ratificadas por las ruinas que era posible observar en el Cerro de la Oliva en el T.M. de Zorita de los Canes, se encontraba allí la ciudad de Reccopolis.

Las tesis defendidas por García López tuvieron que esperar casi medio siglo para ser corroboradas. En 1933 en su obra Castillos de Guadalajara Francisco Layna Serrano defendió también la existencia de la ciudad en el municipio de Zorita de los Canes. En 1943, siendo ya Comisario Provincial de Excavaciones de la provincia de Guadalajara, promovió el inicio de los trabajos arqueológicos, para las que propuso como director a uno de los más reputados arqueólogos de la época, Juan Cabré Aguiló.

Cabré aceptó la dirección de las excavaciones y estas se llevaron a cabo entre los años 1945 y 1946, quedando interrumpidas por su repentino fallecimiento. Las primeras investigaciones permitieron conocer un amplio sector de la trama urbana de la ciudad, situado en el sector septentrional de la ciudad donde se constató la existencia de una basílica y de dos grandes edificios que formaron parte del complejo palatino. Aunque los resultados de la excavación nunca fueron publicados en su totalidad, se editó un primer estudio sobre los resultados obtenidos en el interior de la iglesia, entre los que destacaban la recuperación de un tesorillo de 90 tremises de finales del siglo VI, un cancel en caliza y un significativo conjunto escultórico, que fueron depositados en el Museo Arqueológico Nacional. La importancia del conjunto descubierto, así como de los resultados obtenidos desde las primeras investigaciones de 1944, motivó que el yacimiento fuera declarado, ya en 1945, Monumento Nacional.

Tesorillo de monedas visigodas
Excavaciones en la década de los 70

Las excavaciones no se reanudarían hasta 1968, y de manera parcial. Durante la década de los 50 y 60 el grueso de los trabajos sobre Reccopolis fueron emprendidos por el Instituto Arqueológico Alemán, bajo la dirección de los investigadores Helmut Schlunk, Klaus Raddatz, Dietrich Claude y Luis Vázquez de Parga, que combinaron un amplio enfoque sobre la ciudad a partir de las fuentes textuales, y estudios de la topografía urbana. Los resultados fueron publicados en la revista Madrider Mitteilungen.

A finales de los 60 el profesor Eduardo Ripoll y la Universidad de Barcelona reanudaron los trabajos concentrándose en el interior de la iglesia del conjunto palacial, así como en una zona de viviendas, situada en el sector meridional de la zona conocida. 

Hubo que esperar todavía una década para que la investigación tuviera continuidad. Entre los años 1977 y 1981 un equipo dirigido por los profesores e investigadores Manuel Fernández Miranda, Rodrigo de Balbín Behrmann, Dimas Fernández Galiano y Javier Faci Lacasta, de la Universidad Complutense de Madrid y el Museo de Guadalajara, realizaron un amplio reestudio del yacimiento y comenzaron los trabajos sobre una zona de vivienda próximas al conjunto palacial.

La década de los 80, ya bajo la dirección del catedrático Lauro Olmo Enciso de la Universidad de Alcalá, significó un periodo de intensificación de las intervenciones sistemáticas en distintas fases. En una primera etapa entre 1982-1986 se produjo la continuidad de los trabajos iniciados por el equipo anterior, al mismo tiempo que se desarrolló una amplia campaña de excavaciones en la muralla del yacimiento, que incluyó la identificación de 130 metros de lienzo, dos torres y la puerta meridional de acceso a la ciudad. Las excavaciones se reiniciarían de nuevo tras un nuevo impasse en 1992. A partir de 1995-2010 se produciría una intensificación de los trabajos, concentrados en las áreas productivas y de viviendas, que permitieron el descubrimiento de gran parte de la trama urbana en el sector septentrional del Cerro de la Oliva y la secuencia temporal del yacimiento.

En el año 2004 el yacimiento será declarado uno de los Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha y el único en la provincia de Guadalajara.

En los últimos años (2014-2019 y 2021-2022) se ha apostado por el empleo de Nuevas Tecnologías, una profundización en el análisis de áreas concretas, la interdisciplinariedad y la integración de equipos internacionales que permitan ampliar la investigación mediante la utilización de técnicas no invasivas.

Excavación de la muralla en 1981
Excavaciones de la muralla
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